AMERICA LATINA EN LOS SETENTA
La ola de dictaduras militares que, durante la década de los
setenta asoló a América Latina, fue una consecuencia de la tensión
generalizada y sostenida durante la segunda mitad del siglo XX, entre
los dos polos que signaron el mundo luego de 1945.
Comprometidos en la competencia por la hegemonía total, las modernas formas del imperialismo: EE.UU. y la U.R.S.S., extendían sus zonas de influencia y exportaban esa guerra de ideologías fuera de sus núcleos respectivos, allí donde no hubiera necesidad de usar el temido arsenal atómico de ambas potencias.
El bloque occidental comprometía a los países alineados con EE.UU. y estaba formado principalmente por las naciones de Europa Occidental, las que habían accedido al Plan Marshall y que intercambiaban ayuda económica estadounidense (tras las carencias de las posguerra) por apoyo para contener las expansión del comunismo.
Pero también estaban las relativamente nuevas
repúblicas latinoamericanas, ricas en materias primas y con una
población mestiza o criolla en crecimiento.
Las democracias, que permiten la existencia y formación de nuevos partidos, representaban una amenaza flagrante para el imperio norteamericano. Esto porque el pensamiento marxista, anticapitalista -siendo de textura politico- económica práctica y abrazándose a la idea de socializar los medios de producción- siempre tendrían un asiento seguro en el parlamento.
Precisamente este préstamo de independencia se adivina ya en la célebre frase “América para los americanos”, destilada de la visión personal de un presidente norteamericano que no le parecía grata la presencia española en el continente

Comprometidos en la competencia por la hegemonía total, las modernas formas del imperialismo: EE.UU. y la U.R.S.S., extendían sus zonas de influencia y exportaban esa guerra de ideologías fuera de sus núcleos respectivos, allí donde no hubiera necesidad de usar el temido arsenal atómico de ambas potencias.
El Mundo Bipolar
Caracterizado por la “Guerra Fría” fue un clima de continuos sobresaltos porque la competencia armamentística y la carrera espacial no tenían otro propósito que doblegar al otro polo y esto ponía en peligro al resto del planeta.El bloque occidental comprometía a los países alineados con EE.UU. y estaba formado principalmente por las naciones de Europa Occidental, las que habían accedido al Plan Marshall y que intercambiaban ayuda económica estadounidense (tras las carencias de las posguerra) por apoyo para contener las expansión del comunismo.
Las democracias, que permiten la existencia y formación de nuevos partidos, representaban una amenaza flagrante para el imperio norteamericano. Esto porque el pensamiento marxista, anticapitalista -siendo de textura politico- económica práctica y abrazándose a la idea de socializar los medios de producción- siempre tendrían un asiento seguro en el parlamento.
La bipolaridad de esta coyuntura politico-social, emanaba por todos los rincones de la cultura latinoamericana: Arte, literatura, folklore… mientras aparece la propaganda y la antipropaganda por los medios de comunicación estimulando una adhesión u otra y defendiendo el discurso por los pobres (izquierda) o bregando por la libertad del individuo (derecha)Fue entonces cuando la CIA, cabeza rectora de esta partida de ajedrez, en contraposición a la KGB, del bloque del Este, decide no arriesgarse a dejar proliferar, en América Latina, las simpatías por la “izquierda internacional”.
Precisamente este préstamo de independencia se adivina ya en la célebre frase “América para los americanos”, destilada de la visión personal de un presidente norteamericano que no le parecía grata la presencia española en el continente
